Si echamos la vista atrás nos invade un cierto sentimiento de tristeza cuando valoramos cómo ha transcurrido el último año. La meteorología desarrolló su lado más oscuro en el Bierzo y el ímpetu de la naturaleza condicionó el desarrollo del ciclo del viñedo.
Pero no solo es eso. También tenemos que ser conscientes de la próxima poda y la próxima cosecha. No llueve. Estamos preocupados por la incertidumbre. Es el momento de afrontar cómo trabajaremos las cepas, cómo las guiaremos de nuevo a la vida.
La helada primaveral, aquella que siempre quisimos evitar, este año arremetió con fuerza contra las vides que cultivamos desde hace más de tres generaciones en El Bierzo. Parcelas donde habitan las plantas casi centenarias de Mencía y Godello. Lugares donde nuestros padres y nuestros abuelos han luchado por mantener el equilibrio con la naturaleza.
La escasez de agua y la sequía fueron factores determinantes para agotar las reservas hídricas del suelo, las necesidades que las plantas absorben por las raíces. Un año sin tregua.
Este año hemos tenido una pérdida en la producción del 55% debido a las alteraciones meteorológicas que os hemos contado. Para nosotros, que somos una familia de Valtuille de Abajo, y prácticamente elaboramos los vinos con la uva propia de nuestros viñedos, ha sido un golpe duro.
Hemos tenido que pensar cómo mantener la confianza de nuestros clientes, de las personas que han creído en nosotros desde que comenzamos hace veinte años el proyecto Peique en El Bierzo.
La pasada vendimia tuvimos que comprar más uva de la habitual a los viticultores que suelen ser nuestros proveedores. La escasez de uva también repercutió en el incremento de precios, un 32% más caro que el año pasado.
En la bodega, también los vinos se han comportado de un modo más exigente. El rendimiento, la conversión uva/vino ha sido del 70% en vez del 75% como se corresponde con la media actual de las últimas cosechas. Por tanto, también se ha producido un incremento en el coste de elaboración.
Somos realistas ante la situación actual aunque no hemos perdido el optimismo, las ganas de seguir haciendo lo que amamos. En El Bierzo, seguimos adelante, somos luchadores y confiamos en la unión y en el arduo trabajo que junto a nuestros compañeros viticultores o bodegueros tendremos que desarrollar en los próximos años para solventar los problemas venideros y devolver al viñedo todo lo que nos ha dado.
