Las semanas avanzan en el calendario sin enterarnos. Durante la última semana hemos estado en Ciudad Real, un lugar que nos acoge cada dos años en el seno de Fenavin, una feria vinícola que tiene su inicio en los últimos diez años y se ha consolidado como un referente de los vinos españoles. Fenavin es una cita obligada tanto si eres productor, comprador o aficionado.
En esta ocasión hemos viajado junto a la Denominación de Origen Bierzo. Hemos compartido stand con otras bodegas y nuestros vinos Peique han sido parte de otros vinos. Mecía, Godello, Garnacha tintorera. Éste es el lenguaje que nos gusta: el intercambio de opiniones con nuestros compañeros, la valoración de las añadas, las tendencias del mercado, las nuevas elaboraciones y los próximos viajes.
Nuestros vinos, conocidos más allá del Bierzo
A todas las bodegas nos une un afán común, una ilusión: El Bierzo. Estamos construyendo una marca con el paso del tiempo, una referencia en el sector vitivinícola a nivel internacional. Nuestras variedades ya no son unas desconocidas, ni una moda pasajera, como hemos comprobado en Fenavin. Se han posicionado en los mercados, los importadores las buscan, las demandan en sus portfolios.
Lo que nos hace diferentes es la unión y la fuerza que sentimos cuando viajamos en equipo. Nos sentimos orgullosos de una zona, una comarca. Nuestros padres y abuelos también lo sentían. Sabían que cultivaban un futuro. Quizá no tuvieron la oportunidad de conocer otras zonas, otros vinos o el acceso a la información como nosotros lo tenemos ahora.
Hoy es fácil informarse, conocer más sobre un vino, una bodega o una familia. Nos gusta estar al día, anticiparnos y conocer. La información fluye en la memoria como el recuerdo de una copa de vino, de una ciudad, de una persona. Detrás de cada proyecto hay una familia que pone su buen hacer por encima de cualquier otra situación.
Y eso en El Bierzo sabemos hacerlo bien. Allá donde vamos, nos convertimos en viajeros más que en turistas, movemos la tierra para llevar un pedazo del Bierzo dentro de nuestras maletas.
Y en Ciudad Real, qué más contaros, solo una lectura de Cervantes y El Quijote, de los vinos de Ciudad Real tan aclamados en el Siglo de Oro. ¿Os imagináis cuánto vino se bebería en las tabernas de la época? A Ciudad Real, el camino del hidalgo Quijano le escribieron: “Más que real ciudad es la recámara del dios de la risa”. Una bella metáfora para describir otro tiempo y otro espacio.