El terroir. Se trata de una palabra francesa que no tiene una traducción específica en español. Aunque bien podríamos hablar de terruño como tradición literal. Tiene una connotación menos específica y le falta una parte de componente emocional.
Quizás el empleo de la palabra terroir sea un modo de expresar las virtudes del suelo y del clima, así como la suma de la variedad de uva, que hacen que los vinos tengan una calidad especial.
No hay misterios en torno al terroir. Cada lugar, cada zona geográfica productora de uva, tiene uno. Las plantas se desarrollan de un modo diferente según dónde estén plantadas. La diferenciación que la ubicación y las condiciones específicas de cada zona hace que el concepto de terroir tenga sentido.
En su concepto más restrictivo la palabra significa suelo. Pero para los viticultores significa mucho más. Incluye la posición y la orientación, el drenaje, las propiedades físicas, los alrededores y el microclima. ¡Ah! Y no nos olvidemos de los microorganismos que habitan en los suelos y las plantas, como las levaduras o bacterias, como forma de vida invisible que condiciona las características de la producción y de los futuros vinos.
La primera identificación metódica de los diferentes terroirs fue llevada a cabo por los monjes de la Edad Media, por los cistercienses de Borgoña (Francia), de los que se dice que degustaron a cataron los suelos para indagar más allá de sus secretos.
Cultivar el vino es una expresión extendida entre los enólogos que han decidido trasladar sus investigaciones y avances al viñedo. Buscar en las entrañas de la tierra el valor de los vinos, el origen que nos hace diferentes. Y en El Bierzo lo tenemos muy claro.
Sabemos que nuestra viticultura es un punto de referencia. Hemos aprendido del tiempo, de la evolución de los cultivos y cómo nos hemos enfrentado a ellos. Queremos contaros la sensación, la magia en ocasiones indescriptible, cuando observamos las cepas de Mencía que llevan arraigadas a los suelos de Valtuille, nuestro pueblo, más de cien años.
¿Os lo imagináis? La fortaleza de la naturaleza plasmada en un paisaje, en un territorio que vive por y para la viticultura. Esto también es terroir.
La sostenibilidad como concepto, la implicación con la flora y fauna del Bierzo, el mantenimiento de la vida de los suelos.
En nuestros últimos viajes nos han preguntado: ¿vuestros suelos están vivos? Somos conscientes del terroir, del terruño y estamos más vivos que nunca.